“Wellesley girls who are married have become quite adept at balancing their obligations. One hears such comments, as - I'm able to baste the chicken with one hand and outline the paper with the other. While our mothers were called to workforce for Lady Liberty. It is our duty- nay, obligation to reclaim our place in the home, bearing the children that will carry our traditions into the future”. (editorial de Betty Warrens – La sonrisa de la Monalisa)
Me encanta vivir en el 2006 donde la historia es diferente. Tenemos lavadora, la plancha no es tan necesaria y los pañales son descartables. Además, tengo licencia para no saber cocinar. Sin embargo, este post no será un manifiesto feminista digno de pertenecer a las Marinovias. Nop. Es más bien una excusa para mi inoperancia en la cocina, un desahogo de impotencia porque tengo algo que confesar: me encantaría saber cocinar.
Mis pininos
Yo también tuve de chica mi cocina de plástico, con mis ollas, mis verduras y huevo frito (que ya venía frito) de plástico. Tenia un salero sin huecos, más no un pimentero. Tenía una hija que cabía en el asiento, un juego de tazas de cerámica, regalo de mis tíos, de las que podía tomar te con sabor a aire y café con sabor a agua. Hasta ese momento, todo iba bien.
Cuando mi abuela cocinaba, yo no entendía porque debíamos meter al horno el keke, si esa masa de mantequilla y azúcar era tan rica, con la harina y huevos aún más rica, y con la cocoa, el postre perfecto. Todo era más simple en esa época. Preparaba pasteles de arroz con lentejas en mi plato de almuerzo, y creaba todo un diálogo de cheff Gastón en mi cabeza (no el gordito de ahora, sino un bigotón con un sombrero largo y blanco como el de los dibujos animados) en donde enseñaba a mi público invisible cómo preparar tan rico plato, nunca antes visto. Créanme: pude haberme ganado medallas.
La hora de la verdad
Cuando tuve mi primer enamorado, quise prepararle un postre. Cuando le pregunté qué le gustaba, me dijo que suspiro limeño y no, no hice el trillado chiste de suspirarle en la cara. Con la ayuda de mi abuela, y el libro de recetas Nicolini, me puse a cocinar. Yo mezclaba, ella supervisaba. Cuando me trababa, ella me empujaba para no detenerme. El resultado, un éxito. Aún no me cree que lo hice por mi cuenta. Cuando cumplimos un año, quise regalarle una cena. Compré lasagna precocida.
Será que sólo cocino enamorada, que al segundo también quise llegarle por el estómago (después de todo, creo tener quizá demasiada influencia decimonónica). Esta vez, quise seguir el secreto que me enseñó mi madre: “yo a tu papá le preparaba siempre pie de limón”, historia que mi papá termina
“… y eso es todo lo que sabía hacer, y para colmo, ya no hace”.Llamé a mi mamá y juntas preparamos el pie. Aún recuerdo que fue con masa de hojaldre, ya preparada, y estuvo rico pero no tanto. De todas formas, ese chico no me duró, y no creo que haya sido por el pie.
Hoy
Dado que me vi estancada en postres como el pie de limón, suspiro limeño y crema volteada royal; y para colmo que no soy dulcera, decidí especializarme en algo: desayunos, y especialmente huevos. Preparo, según yo, el mejor huevo frito, y el huevo revuelto, pasado y omelette, no me sale nadita mal. También se preparar mixtos (oh!) y tostadas (wow!). Jaja. Pero también mi hermana me pide a veces que prepare panqueques, y no, no son de caja.
Pero acá entra la excusa. No es que no quiera. Es que NO ME DEJAN.
Si preparo desayunos, es porque aproveché los domingos donde no hay empleada para poder cocinar. Cuando es la hora de almuerzo de un día de semana o un sábado, y me acerco a la cocina, poco más me botan de ella, se ponen atrás mío, con el extinguidor en la mano en caso de incendio, sin importar si preparo o no un huevo frito. Me hacen sentir observada, y ya no me gusta jugar al cheff de la tele. Por lo que les dejo la olla, y les doy el gusto. Me voy.
La verdad es que me jode, porque no sé porque creo que podría ser una buena cocinera. Con mi último enamorado, traté de demostrarlo y él también me quitó la olla de las manos (resultado: una pelea, fideos pegados y una amarga salsa de pesto). No sé como hacer lomo saltado, estofado ni papa rellena, pero también es porque nunca he tratado. Cuando tengo la oportunidad, me gusta inventar, es definitivamente más divertido que seguir la receta del libro. Sino, como creen que la hizo Gastón Acurio?
Y bueno, como dije, este no es un manifiesto feminista. Este es un manifiesto diferente: me cansé de ser Teresita, tu ayudante en la cocina, que entra cuando ya todo está hecho para comer e irme. Creo que podría sorprenderte. Total, hago los mejores huevos fritos.
entonces mañana hay un reto en la cocina?
ReplyDeleteHola,
ReplyDeleteMe gustó mucho el post.A pesar de ser un reclamo por demás original es redivertido.
Debe ser la primera vez que leo acerca de una mujer a la que no la dejan cocinar.Sé de chicas que detestan cocinar, de otras que adoran hacerlo, de algunas que creen hacerlo bien cuando son un desastre y de otras que lo hacen extraordinariamente y no son debidamente reconocidas.
Felizmente, para tranquilidad tuya,hoy existen dispersas en la ciudad tantas escuelas de cocina como hostales, con una diversa oferta de calidad,materias y cursos para seguir.Sin decir nada, sin publicherry de por medio, métete a algun curso y aprende a hacer tres o cuatro cosas de tal forma que luego, agregando tu dosis de creatividad (indispensable en la cocina) puedas sorprender a los que hoy te ningunean y los tengas clamando por un bis desesperadamente.
Claro,corres el riesgo de que no te dejen salir de la cocina nunca más y Teresita se termine convirtiendo en Natacha Servitrix Multiserices V2.0.Me imagino que sabrás dosificar adecuadamente la difusión de tu adquirido talento,a fin que el pueblo no se malacostumbre.
Por lo demás, me alegro por tus novios o enamorados.Tu Ovo-Maestría garantiza excelentes desayunos sabatinos y dominicales.
Saludos/Schatz
jAJJAjajajajaaaa
ReplyDeletemi antigua novia una vez me hizo canelones pero no precoció los canelones y estaban duros pero igual yo me los comí feliz. q loco como para todos ahora Gastón es Gastón Acurio y antes era ese señor que anunciaba la cocoa no? como uno olvida a sus héroes adolescentes. bueno possssss, me voy por ahi... gracias muchas gracias por linkearme. vendré a visitarte
Vivan los recetarios!!!
ReplyDeleteYo nunca he tratado de cocinar sin ellos, sería una catástrofe de seguro, pero a mi tampoco me dejan k lo haga seguido a pesar k no cocino tan mal.
Lo único k se hacer sin recetario es "Pavita a la coca cola".
Que bueno que hayas rescatado de la memoria a Gastó D'u Postre ("Cocoa Winters... pugo chocolate"). A mi la cocoa me daba alergia de chibolo y mi madre no me dejaba comer los deliciosos postres preparados por aquel olvidado (pero inolvidable) tío de barbita. Suerte con la cocina, Mu y que vengan muchos huevos más (y sin que suene malintencionado).
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