¿A dónde?

No importa, solo sé que tiene que ser afuera, que no es acá y que tiene que ser lejos. Que debemos esperar que sea de noche. Treparemos el muro y caeremos al techo vecino. Y así seguiremos: saltando del techo a la azotea, y de azotea en azotea (tengamos cuidado, nadie puede vernos) y así seguir hasta que la ciudad se acabe y lleguen las montañas. Escalaremos a pesar del frío, aunque nos vuelva a agarrar la noche, aunque nos sorprenda el granizo y nos afecte la altura. Luego de las montañas, vendrá el desierto de sal, el desierto sin vida, solo la nuestra. En las noches nos dará frío, nos necesitaremos para abrazarnos, solo así sobreviviremos y no te preocupes porque una vez que estemos lejos, lo suficientemente lejos, sabrás que valió la pena, te juro que va a valer la pena. Ven conmigo, vamos lejos. Crucemos los montes rocosos, las selvas de animales rastreros; nademos contracorriente, no hay río que pueda vencernos si estás conmigo (no hay río que pueda vencerme si esoty contigo). Ven. No importa dónde terminemos: arriba siempre tendremos el cielo. Vamos ya.