8.25.2012

Estar en el piso 21 del edificio tiene sus chiches: la vista de toda la ciudad, sentirse gigante o alucinar que tu ventana es la vista satelital del Google Maps.

Sin embargo, todas las mañanas al llegar; y en las tardes, al salir, se me hace un nudo en el estómago del estrés: porfavorquenadieentrealascensorconmigo, porfavorporfavor, porfavor!

Queporqué? Porque son 21 pisos de silencios incómodos con desconocidos en traje, en un espacio de 2x2, en donde un "buenos días" puede pasar desapercibido y cuando eso pasa no sabes si es porque no te escuchó o porque te ignoró totalmente, y tu cabeza empieza a pensar en que si te están alucinando mal educada, o quizá ni te vieron, o te vieron y pensaron quién es esta enana y todavía con tacos, ese maletín de computadora debe pesar, es tan grande a su lado... y mientras tanto, quizá nadie está pensando nada más que en la reunión que tendrá más tarde o que hará al llegar a casa, cuando yo sólo quiero bajarme en cualquier piso y esperar que el ascensor esté vacío. Pero no. TIN.

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