El 2009 nos dejó la vara alta (al menos a mí, me dejó la vara alta).

En el 2009, escribí mucho menos (me costó lectores) y dibujé más.

Quise dar pasos de gigante pero boté algunos edificios en el camino, luego seguí avanzando, pero de puntitas.

Mi corazón se la pasó en un parque de diversiones. Empezó por la montaña rusa, sus subidas y bajadas; probó el cuarto de los espejos y salió confundido. Depués de la rueda de Chicago terminó algo mareado; y finalmente, optó por los juegos de puntería hasta ganarse el oso más grande de todos.

Lo llamé el año del cambio, que no sólo significó cortarme el pelo más que nunca, pintar mi cuarto de morado y botar las cartas de mi primer enamorado; sino que también fue renunciar a mi chamba, cruzar el charco, estudiar de nuevo y compartir mi baño, mi cuarto y mi cama con él. De pasito, también aprendí a cocinar; en ik spreek nu een beetje nederlands.

El 2009 me encantó.
El 2010 tiene que ser mejor. Y a ti te deseo lo mismo.