
Con Lucas en el taller, estoy a punta de taxis (no tengo nada en contra de los micros, pero prefiero tomarme el desayuno tranquila y salir un poco más tarde.). En los taxis suelo sentarme atrás, porque sí, por pura inercia, pero hoy a la hora de almuerzo fui de copiloto.
(me imagino que eso es una señal de querer conversar)
- y sale del inglés?
- No, trabajo por acá.
- Ah, porque a esta hora salen todos los chicos del inglés.
- Sí pues
(…)
- ese carro debe ser muy caro, no?
Levanté la mirada y me encontré con un BMW del año
- bastante …
- claro, el mantenimiento… los repuestos… a ese carro no le puedes poner repuestos chinos, pe.
- No pues…
(…)
- Tráfico, no señorita?
- Sí…
(…)
- señor, en la siguiente esquina a la izquierda
- en esta esquina?
- Sí. Gracias.
Al bajarme del taxi sentía como si me estuviera escapando al baño de la discoteca luego de un pésimo intento de gileo repleto de respuestas monosilábicas. Salvo que acá todo termina con un “tiene cambio de 10?”.