Cuando de chiquita, me despertaba en el bungalow del Bosque y el pasto era verde súper verde desde la terraza, y olía todo a recién regado, y la lechuza cantaba bajito al fondo, y los pajaritos cual mañana de disneylandia.
Cuando me llenaba con el desayuno de mis muñecas, con solo imaginarlo, como personaje de pan.
Cuando cantaba súper alto, y aún pensaba que era entonada.
Cuando mi papá se escondía para verme jugar tennis porque sabía que si lo veía, iba a tirar todas las bolas fuera.
Cuando en la chamba, en lugar de decir “vamos a pensar”, decía “vamos a jugar” y en verdad eso era chambear.
Cuando mi hermana me hacía parte de sus planes de “hermana mayor”.
Cuando nos escondíamos debajo de tu frazada de colores.
Cuando escribir me fluye, casi como ahora.