Requiem por Lucas

En cuatro años, Luquitas me enseñó a manejar (y seguía haciéndolo), al mismo tiempo que me llevaba a mi primera práctica. Me vio crecer profesionalmente: me llevó a mis prácticas en La Molina, en San Isidro, a Miraflores, Miraflores again, San Isidro again hasta mi primera chamba de verdad. Me dio mi primera llave a la independencia, el no depender del taxi, del bus, o del amigovio con o sin carro.

Me vio en todos mis momentos y facetas, me vio cantando sola (en la ducha no canto, pero sí cantaba en Lucas), fue un voyeurista mientras hacía el amor con una cómoda incomodidad y me vio llorar más que nadie porque nada como llorar sola y abrazada a su timón. Me vio feliz, matarme de risa y gritar un poco, también me abrazó al verme con el corazón en la boca luego de darme un trompo en la Panamericana Sur... ¡nos fuimos a la playa solos!

Sus amortiguadores resistieron todos los pesos míos y del resto. Sus frenos nos salvaron a mí y a guil de recontra chocar en paseo de la república. Su guantera soportó fracturas y lesiones. Y su trasero, un moretón que nunca terminó de curar.

Lucas y su “dorado Júpiter” según su tarjeta de propiedad han sido robados por un *insertar el peor insulto imaginable aquí*.

Felicidades señor ladrón. Felicidades por robar mi primer carro. Sírvase por favor brindar con el Fin del Mundo Malbec que le dejé en la maletera para la ocasión. Hay un CD puesto “Mu-vie soundrack” que me acompañaba a veces, póngalo y disfrute el sonido que me habían arreglado hace poco más de un mes. Si le interesa la lectura, también le dejé el libro de Kundera que ahora podrá terminar usted. Mire, hoy salió sol, mis lentes oscuros están en la guantera, pero cuidado, tienen medida porque sino no veo nada. Ah, y si le gusta el tennis, mi raqueta está también en la maletera, pero no creo que le queden mis zapatillas, a menos que usted también calce cinco.

Algo más? Y sí, pero para qué recordar.

Chau luquis, espero que te encuentren. Y si no, espero que la indemnización del seguro incluya también el valor emocional que tenías para mí.