En el colegio...

En el colegio, era la primera de la fila por ser la más pequeña. En tercer grado, conocí alguien tan pequeña como yo y nos turnábamos la posición. Luego, se volvió una de mis mejores amigas.

En el colegio, nos enseñaron inglés. Para ir al baño, debíamos preguntar “may i please, be excused”, cuando la verdad es que nadie nadie dice eso en la vida real. Así como nadie dice “me voy al tocador a empolvarme la nariz”. A menos que sea eufemismo de otro tipo de polvo, y otro tema con tu nariz.

En los almuerzos del colegio, llevar galletas dulces era muy in. Llevar huevo duro era un estigma. Más adelante, no llevar lonchera era muy in, tener plata para la cafetería lo era todo, pero no tener lonchera y ser de las que pedían plata prestada y nunca pagaban era ser “popular”.

En colegio de mujeres, las chicas no pelean a golpes. Se insultan. Es mentira, no se jalan el pelo. Crean un rumor, se encargan de esparcirlo y hieren sentimientos. Las mujeres somos peores, porque a muchas nunca se nos pasa esa etapa.

En el colegio, Lorenzo y Pepita pasaron de moda: porque todas tenían un Jose. Mafe + Jose. Ceci + Jose. Mónica + Jose. Ale + José. Y será coincidencia, pero todas tenían al mismo Jose.

En el colegio, sentarse atrás en el bus era status. Por algún motivo, en la movilidad, en paseos escolares, en salidas al Centro de Lima (hasta cuándo y cuántas veces más al Centro de Lima), las que se sentaban atrás eran las que más se divertían. Las de adelante dormían.

Algo que nunca entenderé del colegio, y hoy les pregunto a ustedes. Por qué algunas eran nerds, otras eran las populares, otras las moviditas, y otras éramos NORMALES? (wat da fak!)