El viernes llegó a casa Pedro "Mouse Patrol" H.Mu.: nuestro hijo felino. Pedro y yo nos elegimos a primera vista (cuando casi me destroza las piernas y lo tomé como un cumplido) y cuatro semanas después, ya más grandecito y fuerte, ha llegado a casa donde lo estábamos esperando.
Para ser honesta, si bien he tenido gato y perro antes, yo era más como la hermana: para jugar, salir y hablar todo bien, pero yo no recojo tu caca, no limpio tu pichi y no te doy de comer... a menos que haya tenido que, tampoco tan mala onda.
Pero Pedro ha llegado, y esta vez,
yo soy su mami.
Y tengo un poco de miedo.
Pero me he preparado. No solo comprando torres gatunas, aviones de cartón y ratones mecánicos...
... he estudiado, he preguntado, he googleado.
Y qué he aprendido? que a los gatitos les encantan las esquinas y todo lo que se mueva. que si no juegan, duermen. que aprenden al toque a encontrar su pichi-room (uf!) y que son harto fotogénicos. Aún no reconozco sus maullidos, no sé si está hablando o llorando, y tampoco logro que aborde su avión. Parece que no come mucho, pero también parece no tener mucha hambre (aunque casi me asalta en el desayuno) pero luego aprendí que mojando un poco su comida ayuda y parece estar funcionando.
Creo que aún no sabe que se llama Pedro, y debo enseñarle que con el sillón nuevo no es su palo de arañar (aunque tengan la misma textura y color).
Pedro: challenge accepted.
Y ya te amo.