5.26.2013

En el día de limpieza

En el día de limpieza, se limpia con amor. Amor al trapo, a la lejía; amor a la esponja, al jabón, al sacagrasa y en especial, amor a la aspiradora. En el día de limpieza, que ocurre luego de varios días de no limpieza y otros tantos de cuasi-limpieza como que así no más y como quien no quiere la cosa porque tú sabes, las apariencias... en ese día, se limpia de verdad.

Yo empiezo por la cocina, él por el baño principal. Nuestra única misión: sacarle la mugre a la casa - literalmente. Sacarle la mugre, la grasa, los olores, las manchas de salsa roja (qué salsa habrá sido), a cada una de las superficies en la cocina; mientras arriba luchamos en contra de las bacterias, manchas de humedad, duchas calcificadas y, sobre todo, contra mi aparente futura calvicie (peronó). En el día de limpieza, esto es más divertido de lo que suena, y para amenizarlo aún más, se hace con música - ay si fuera la bella durmiente (para los Disney entendidos).

Continuamos con los otros cuartos. Cabe destacar que en el día de limpieza no se come si no se ha terminado y les cuento que cuando uno limpia, da hambre. Pero en el día de limpieza, se es más fuerte de lo normal, es como que casi casi sientes una capa y espada puestas (peronó). Y continuamos.

El proceso es de 3-4 horas. Y la ilusión dura cinco minutos, hasta que es momento de preparar el almuerzo, ensuciar una que otra superficie y luego tomarse una ducha para no oler a detergente.

Y así.

2 comments:

  1. Hacerlo limpiar al pobre marido, es un golpe bajo.

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  2. Es un círculo vicioso... se limpia para volver a ensuciar... jajaja

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