Mi amigo Guillermo una vez me dijo que de las mil huevadas que uno puede decir, al menos una debe tener sentido. Mi jefe habla de la tasa de respuesta:
tírale a todos, porque el 8% contestará. Entonces hoy me dedicaré a soltar las mil palabras, a exprimir mis dedos, a hablar sin pensar, porque si me faltan las ideas es por temor a decir lo que pienso y eso
a mí no me puede pasar (y a ti tampoco).
Llevo varios días pensando en el amor. En el amor que elegí tener, en el amor que elegí dejar. En el amor que me dejó a mí y que juraría que eternamente iba a esperar (pero no, pero sí, pero no). Pienso a veces en el primer amor, pero mira, quizá fue al único al que realmente dejé volar (y voló), por más que guardé sus cartas hasta el día de ayer, por más.
(Me acabo de dar cuando que cuando escribo tengo una canción en la cabeza y sé que no es la misma que suena a mi costado. Será que pienso cantando? O será que tengo un ringtone en la cabeza, que soy melómana y no me di cuenta? Y hablando de canciones, ¿algún día te conté que tu nombre está en todas sus canciones? Lo gracioso es que si tuviera que culpar a alguien, no sería ni a ti, ni a mí, sino a alguien más, pero basta de echar culpas que acá las cosas suceden porque uno quiere. Y punto.)Aprovecho la oportunidad para comunicarles mi nueva resolución. Si algo quiero lograr este año (y para toda la vida) es el hecho de ser mejor. Mejor persona y mejor amiga mía. Ahora el reto será encontrar ese punto medio entre amor propio y respeto por los demás. Prometo prometo prometo que no te volveré a cagar. Prometo escuchar, pero te advierto que no contestaré el teléfono si no quiero hablar. Y prometo que no te voy a mentir, pero a veces te diré que prefiero callar. Al fin y al cabo, creo que nadie es perfecto, pero si uno puede ser lo suficientemente “bueno” como para amoldar la religión a su forma y sentirse contento con ello, pues haré lo mismo conmigo y seré una mejor persona sin dejar nunca (nunca de los nuncas) ser feliz.
Y así sea.
No fueron mil palabras pero se acabó la hora de almuerzo, a guardar la lonchera y botar el huevo duro que como siempre no me quise comer. PS. Y hablando de colegio. No extrañan a veces esos días en que uno se despertaba un poco tarde y tu papá te dejaba dormir ese ratito extra porque pensaba “ok, hoy dejaré que la movilidad lo deje y lo llevaré yo”? Cuando tenga un hijo, eso es algo que no puedo dejar de hacer.
Fe de erratas
Cambié "ponchera" por lonchera (fuckin corrector de word)